lunes, 19 de julio de 2010

BRECHA EDUCACIONAL SIN GESTIÓN NO HAY PARAISO

Como nunca en nuestra historia el país posee un record de inversión en educación pública, como nunca en nuestra historia los estudiantes de sectores socioeconómicos altos se alejan a velocidades siderales de aquellos que privados de recursos, tienen en el Estado el límite de sus sueños y posibilidades.


El año 2005 los periódicos daban cuenta de una vieja y alarmante realidad: Sólo el 10% de los alumnos con puntajes nacionales en la PSU provenían de colegios municipalizados. Para seguir rompiendo record negativos, sólo el 58% de sus egresadas y egresados lograron el mínimo de 450 puntos exigidos por las universidades para postular a alguna carrera.

En contrapartida, los colegios particulares saludaban a sus hermanos pobres desde lo alto: Los que saltaban la valla subían a 69% en el caso de establecimientos subvencionados y llegaban a un 91% en colegios de financiamiento privado exclusivo.

La noticia consternó a la entonces recién asumida ministra de Educación, Marigen Hornkohl, quién puso rápidamente la voz en el cielo: “Las políticas de nuestro ministerio claramente apuntan a poner más recursos donde más se necesita y apoyar a nuestros jóvenes más desposeídos”.

Según señaló por aquellos días la autoridad “Es en la educación municipalizada donde más esfuerzo deben hacerse porque ésta es la que acoge a los niños que tienen problemas en otros sectores, por lo tanto no discrimina, no rechaza, ni pone requisitos previos que dejen a nadie fuera del sistema”. [1]


Pero la ministra no predicaba sola en el desierto, el rector de la Universidad de Chile en aquella época, Luis Riveros, con la perspectiva que otorgaba su posición y el deber que esta misma reclamaba[2], fue más directo y profundo: “(...) claro que uno no puede esperar un cambio muy importante de un año para otro, ni siquiera de un año para los próximos dos, pero cuando ya hablamos de una década con los mismos resultados quiere decir que no estamos haciendo bien las cosas”

Tan certeros comentarios no se perderían en el tiempo. Los hechos, como ocurre con los grandes clásicos, naturalmente llevarían a nuevas versiones de la misma máxima:

Algunos años más tarde, en la premiación a los mejores puntajes 2008 las Universidades tradicionales, declaran una vez más alarma pública:

El 74% de los puntajes nacionales pertenece a colegios pagados. Primera mala noticia.
El 58% de alumnos por sobre los 450 de tres años atrás, baja ahora a 57,68%. Segundo golpe bajo.
Mientras, el porcentaje de alumnos egresados de colegios privados que tocan el cielo universitario ha subido de 91% a 93%. Knock out a la buscada equidad.

¿Falta de recursos para la igualación de oportunidades? Un poco de historia no nos viene mal

La crisis vivida por la educación chilena durante los años ochenta, impulsó la necesidad de grandes reformas. Sus directrices están establecidas en el Informe de la Comisión Nacional para la Modernización de la Educación, difundido en 1995: Se proponía por entonces, grandes innovaciones que incidirían necesariamente en la naturaleza misma de la gestión escolar, la redefinición de las técnicas pedagógicas y en el rol de cada uno de los actores del proceso educativo. [3]
Hacer viable dicho proyecto, requería duplicar el gasto por alumno en la educación básica y la inversión pública y privada en educación como proporción del PIB en un plazo de ocho años. Los recursos, aunque nos parezca excepcional, estuvieron, están y siguen en incremento, como lo demuestra en el 2008 la promulgación de la Ley de la Subvención Escolar preferencial. Dicha iniciativa inyecta recursos adicionales y diferenciados según el nivel de niños y niñas con vulnerabilidad social que atiende cada establecimiento educacional.[4]

¿Pero que pasó?, ¿qué parte de la película nos perdimos? Tanto las evaluaciones Simce.[5] como los análisis post PSU nos devuelven las mismas y ya tan predecibles conclusiones: los resultados según grupo socioeconómico favorecen a los estratos de mayores recursos, la falta de equidad sigue perjudicando la educación de una enorme cantidad de niños y niñas, hombres y mujeres del futuro

La denuncia como circulo vicioso

Ante este escenario, ¿quién no podría estar de acuerdo respecto a la necesidad de más recursos y nuevas transformaciones en el sistema escolar? Argumento ad populum, que esgrimen rectores, ministros, expertos en Educación: hablan de brechas entre ricos y pobres, entre educación a bolsillo propio, y educación según la cartera del municipio.

Jefes de la educación superior miran y desmenuzan a la inferior. Secretarios ministeriales y especialistas en pedagogía, construyen apocalípticos discursos, revoluciones verbales, y utilizan frases que entusiasman tanto como asustan y estancan: “complejo escenario”, “invertir más recursos”, “optimización”, “gestión institucional”.
Pocos de ellos, sin embargo salen de la trampa de la denuncia, de la constatación de la multidimensionalidad del problema, del llamado ciego y vacío a una ciudadanía que está desprovista de información técnica y espacios de participación reales para cooperar activamente en el mejoramiento de la educación chilena.

Si quienes tienen poder de negociación, influencia en el veto o promoción de ciertas miradas, autoridad intelectual y capacidad técnica para fijar procesos, metas y resultados no pueden, no han podido, no han querido, o han querido sin poder, ¿quien más puede hacerlo?

Ante este escenario, los padres sólo tienden a resguardar a sus hijos del fracaso escolar, de la falta de oportunidades y la exclusión social que este fenómeno conlleva, pagando más, asumiendo lo que no tienen en muchos casos.

Mientras se cataloga de compleja esta realidad, la rueda de este vehículo motorizado sigue pisando a los que están abajo económicamente hablando, mientras que lleva lejos a aquellos que están por encima y cómodamente ubicados. Hay que subirse al carro, la única idea que promueve el juego de mercado.

Hay que solventar la posibilidad de tener los hijos en grupos pequeños, niños jugando a la pelota en prados verdes, y no canchas de tierra o el temible cemento. Los niños cuyos padres pagan, opinan tranquilos y seguros en sus clases, hay más minutos para atenderlos, hay más microscopios esperando sus ojos, más computadoras y sicólogos navegando o naufragando con sus viajes imaginarios. Más lenguajes cultos, menos groserías por metro cuadrado (posibilidad de que las malas palabras no sean el único repertorio), más giras de estudios, menos giras a la plaza del aburrimiento y la tentación fácil y resignada del no ser nadie.[6]
Un círculo vicioso, que no obstante, puede romperse, si se abandona este enfoque unidimensional.

¿De que estamos hablando?

El mismo informe Simce 2007 permite concluir que los colegios municipales lo hacen mejor en los sectores socioeconómicos más bajos que los colegios particulares subvencionados.[7]

Se trabaja con pobreza y los rendimientos no parecen, son mejores. Cuestiones relacionadas con la buena gestión escolar, el compromiso con la educación y el profesionalismo hacen que se multipliquen los panes y los peces.

La planificación en dichos establecimientos cumple con saber compatibilizar las tareas y acciones necesarias para el desarrollo a largo plazo, con la coordinación y planificación para lo cotidiano, lo urgente, lo inevitable.

Allí el capital humano se transforma en capital social. La lógica de la experiencia individual se torna conocimiento colectivo, aprendizaje en red, respuestas rápidas e innovadoras desde donde se está y con lo que se tiene. Toda una transformación de procesos guiada por la acumulación de capital social educativo.

La ley SEP y los compromisos que pueden mejorar la educación

En dicha línea la ley Subvención Escolar Preferencial provee una oportunidad para optimizar recursos, voluntades y emprender un camino de compromiso con proyectos educativos generados desde el corazón mismo de la institución.

Dicha iniciativa no se centra sólo en “más platas”[8] sino en un proceso de decisiones y tareas que contempla un diagnóstico acorde a las necesidades de cada colegio, un plan de mejoramiento enfocado al desarrollo de metas alineadas con dicho diagnóstico, y una necesaria evaluación que haga converger uso de recursos con excelencia pedagógica.

¿Una Nueva panacea? En modo alguno, las desigualdades existentes en nuestro sistema educativo, no desaparecerán de un plumazo, mejorando la gestión. Son muchos los obstáculos que encuentra en su camino dicha intención.

Desde lo económico (los recursos estarán siempre muy lejos de lo optimo), hasta desigualdades, barreras y resistencias, que están casi insertas en el ADN de nuestra cultura escolar[9]

Esta compleja realidad no se cambia con una ni dos medidas, tampoco con diez.

Sin embargo, la Subvención Escolar Preferencial provee la oportunidad a cada institución de asesorarse por especialistas, desarrollar planes de acción acordes a su cultura organizacional. Este conjunto de acciones intencionadas estratégicamente
vuelven tan preponderante la solución de problemas que giran en torno al currículo como los que pertenecen a la dimensión afectiva y relacional de cada comunidad educativa.

Todo esto con el ingrediente adicional, de sentir la necesaria “presión” para cumplir con sus propios compromisos. [10] Como ya lo habrá usted intuido, el cambio basa su apuesta en la profesionalización de la gestión escolar en sus más diversos ámbitos.

Al menos en el camino proyectado, parecen darse señales claras para favorecer una discriminación positiva, y la igualdad de oportunidades para los alumnos y alumnas más vulnerables de nuestro país. La salvaguarda de este política estatal, lo que hace posible creer en ella, más que en otras anteriores, está directamente relacionada con la idea de no entregar simplemente dinero a lo “Farkas”. Su basamento clave es la evaluación, la supervisión de montos y metas, la mirada atenta sobre el proyecto escolar y su coherencia práctica.

No es la llave mágica, sino simplemente una dimensión que faltaba en la búsqueda de soluciones integrales y comprometidas para la educación. De aquellas que aún están por escribirse en las pizarras de muchas escuelas.


Citas

[1] Diario La Nación, martes 20 de diciembre del 2005.

[2] Ya se ha hecho una tradición que el jefe de la casa de estudios que administra históricamente la Prueba de Selección Universitaria, transforme todo el caudal de información que recibe de este instrumento en un breve análisis de sus resultados.
[3] Entre las tareas propuestas en el informe aparecen. reforzar las competencias adquiridas por los alumnos en cada nivel, ampliar la jornada escolar y dotar poderosamente al sistema en su conjunto de mayores recursos pedagógicos, con una mirada que priorizaba el apoyo a los establecimientos más pobres en términos de gestión de recursos, acercamiento a las TICs y formulación del proyecto educativo. Así como una política que buscaba incentivar el ingreso a la carrera de pedagogía y el desarrollo de una línea de perfeccionamiento sólida para docentes. Marcel, Mario y Tokman, Carla. ¿Cómo se financia la educación en Chile?, Estudios de Finanzas Públicas, Diciembre 2005. Disponible en pdf, http://www.dipres.cl/572/articles-21669_doc_pdf.pdf

[4] Entre las diversas reformas, incluyendo la ley de Subvención Escolar Preferencial promulgada el 25 de enero del 2008, el estado chileno inyectó 900 millones de dólares adicionales al presupuesto de educación.
[5] Véase resultados Simce 2007.
[6] Para el historiador Gonzalo Vial, la cantidades que el estado ha invertido hasta ahora por alumno, 1.5 UF en promedio, es absolutamente insuficientes "con menos de UF 3 a 3,5 por mes, no se saca nada, es tirar la plata al agua. Por eso comparar la prueba Simce del estudiante privado con la del gratuito es una burla cruel, una insolencia". Harold Beyer del Centro Estudios Públicos (CEP), intentando responder a la discusión sobre la subvención adecuada por alumno, llegó en el 2007 al siguiente cálculo preliminar: entregar enseñanza de calidad a un niño de escasos recursos implicaría $67.129 mensuales. Sin embargo, este mismo investigador, advierte que esta cantidad aún está lejos de lo que gastan los colegios particulares, los que, según datos de Beyer, invierten, en promedio, $142 mil mensuales. Véase Cuánto cuesta educar a un niño, o a La tercera, 23 de mayo del 2007. La información está disponible http://mt.educarchile.cl/MT/jjbrunner/archives/2007/05/cuanto_cuesta_e.html


[7] Simce ¿qué nos dicen los resultados?, en www.educarenpobreza.cl

[8] Los dineros asociados a la Ley de Subvención Escolar Preferencial, implican un aumento de la subvención otorgada a las escuelas que atienden a alumnos con mayor vulnerabilidad socio-económica. “Por ejemplo, un alumno prioritario de primer ciclo de una escuela urbana que antes recibía 34 mil 883 pesos por concepto de subvención, hoy podrá obtener 63 mil 960 pesos y un alumno prioritario de primer ciclo de una escuela rural que antes recibía 37 mil 850 pesos, hoy podría llegar a obtener hasta 70 mil 442 pesos.”. Dichos dineros han comenzado a ser pagados a partir del 6 de junio del 2008. Véase Gobierno de Chile pagina web: http://www.gobiernodechile.cl/viewEjeSocial.aspx?idarticulo=22435&idSeccionPadre=16
La Subvención Escolar Preferencial se comenzó a pagar el 6 de junio de 2008. Los sostenedores pueden visualizar el detalle de los conceptos de la subvención preferencial ingresando con el RUT de sostenedor y la clave en la zona privada del sitio web http://www.comunidadescolar.cl/

[9] Mire usted por ejemplo, como el individualismo y la competencia descarnada se hacen más fuertes en muchos colegios, apagando la llama de la cooperación entre los actores del sistema escolar.
¿No postula ahora la desconfianza general a instalar su propia oficina permanente dentro de cada establecimiento educacional? ¿No son la cultura de la precariedad, el verticalismo, la poca participación y la ausencia de respeto a la profesión docente, elementos que perpetúan el temor al cambio?
No es extraño entonces que las profecías autocumplidas en este ámbito estén ganando adeptos: “Venga lo que venga, nada va a cambiar”
[10] Quizás uno de los aspectos más característicos de la Ley de Subvención Escolar Preferencial, en esta materia es que desarrolla compromisos reales e ineludibles entre ministerio de educación e instituciones escolares. En tal sentido, la ley obliga a diseñar e implementar un plan de mejoramiento en cada una de las escuelas clasificadas como emergentes, considerando la entrega de recursos específicos para cumplimiento de las metas que se fijen en los cuatros años de vigencia de este plan.

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